«Quisiera dormir esta noche y no despertar jamás. Total, no creo que a nadie le importe. Seguro nadie se daría cuenta siquiera, de que falté a la escuela…»
Pensamientos muy fuertes de este tipo han rondado por mi cabeza desde que tengo memoria. La idea de que el suicidio solucionaría mis problemas de una vez siempre fue latente e incluso en un par de ocasiones lo llegué a intentar.
La cosa es que no siempre era así. Había días mejores. Días en los que la vida no parecía tan difícil de vivir, días en que el sol tenía un distinto matiz, en los que parecía que la vida me sonreía, incluso algunas cosas en el trabajo y la casa comenzaban a salir bien.
Volvía a hacer planes.
Volvía a sentir ganas de vivir.
La verdad, es que esos pensamientos positivos duraban muy poco. Al final, las situaciones que me hacían sentir de esa manera cambiaban bruscamente. La gente, casi siempre responsable de que me sintiera mejor, me terminaba fallando. Me sentía engañado, utilizado, agredido totalmente.
Pasaba por etapas de enojo, mucho enojo, de tristeza, de deseos de venganza, de ideas sobre como desquitarme de una manera dolorosa, a veces, esos pensamientos me hacían sentir peor, creía que era una horrible persona por pensar lo que pensaba, por desearle mal a otras personas, pero era real, lo deseaba y me sentía mal por ello.
Terminaba otra vez sumido en esta profunda tristeza, desánimo, desesperanza, angustia, y no había cosas que me hicieran sentir mejor, casi nunca, al menos…
No tenía ni idea de que esto es tan sólo un síntoma de una enfermedad que hoy conozco y reconozco como neurosis. Tampoco sabía que hay una solución.
Conocí el programa de 12 pasos y a muchas personas que conocen perfectamente cómo soy, pues se han sentido exactamente igual y que me hay ayudado de diferentes maneras, de las más importantes ha sido el hecho de que ya no estoy sólo, que no soy la única persona que se siente así, como mucho tiempo creí. También me ha sido devuelta la alegría de vivir este programa de recuperación que me han sugerido llevar.
Si tú te sientes así, o padeces de algún otro doloroso síntoma como lo son la ira, el miedo, los celos, déjame decirte que ya no estás sólo. Hay una esperanza y si tú quieres, te podemos ayudar.
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