Cuando busco en Internet esta pregunta, encuentro muchos artículos sobre el manejo de la ira, todos llenos de consejos y fórmulas para apartar la ira de mi, sin embargo, cuando me siento iracundo la verdad es que es muy poco lo que yo puedo hacer.

He destrozado cosas, he insultado, he golpeado, incluso he atentado contra mi vida cuando me siento así. Pareciera que no hay poder humano que me ayude a salir de esos breves, pero destructivos momentos en los que, lejos de querer alejarme del problema, insisto en meterme más y más. Y si, hablo como si de voluntad se tratase, pero la verdad es que es un impulso que escapa a mi voluntad, que se ciega a la razón y que escapa de mi inteligencia.

Pareciera que todo se transforma en mi interior. Es como si una oscuridad se apoderara de mi razonamiento e incluso se cubre todo con una especie de manto oscuro. En esos breves momentos no soy capaz de controlar mi enojo y de alguna manera me tengo que desquitar.

No se cuántas veces a lo largo de mi vida he tenido esta sensación, pero han sido muchas. Es como un huracán que deja a su paso destrucción y caos. Las cosas, tras un arranque de ira, no vuelven a ser las mismas. He terminado relaciones con familiares y amigos. Se que he dejado una profunda huella en mis hijos y pareja. Esta conducta destructiva me ha llevado a tener una vida de mucho sufrimiento, pues las «crudas emocionales» que dejan en mi son tan fuertes, que incluso he pensado en dejar todo ya, en acabar de una vez por todas con este sufrimiento.

Hay, sin embargo, otra parte de mi que, pasada la tormenta y la consecuente destrucción, que busca siempre la forma de justificarse. Por ejemplo, cuando era más joven, en estos estados de ira llegué a lastimar a mi pareja. Tendría como 15 años cuando la golpeé por primera vez, con mucha saña, recuerdo.

Recuerdo que el pleito comenzó porque le pregunté en qué pensaba. Su respuesta pasó por mi mente como un ráfaga fría, pues fue: «en nada». Entonces yo pensaba que no se podía estar sin pensar en nada, y que era obvio que me estaba mintiendo. Así que insistí con mi pregunta, y ella me juraba que no pensaba en nada y yo, sintiendo que ella me quería ver la cara de pendejo, me iba enojando cada vez más, y ya había formado una historia en mi cabeza que acrecentaba más y más mi enojo.

Cuando me di cuenta ya la tenía sujetada del cuello, la estaba golpeando y ella lloraba, me seguía asegurando que no pensaba en nada y seguí hasta que le tiré un diente.

No se si eso fue lo que me calmó, el miedo a las represalias, por que eso sí, siempre he sido muy miedoso, o ver a lo que me llevó una simple respuesta.

Pasé luego mucho tiempo pidiendo perdón, llorando incluso por mi acto, que no llegó a ser el único, y jurando que jamás lo volvería a hacer….

Es, al menos para mi, indescriptible el grado de dolor que sentía en esos momentos…

Y a lo que voy es a lo siguiente: Cuando todo esto pasó, yo la culpaba a ella por mi exabrupto. Ella era la que provocaba en mí tal grado de enojo y agresión. Si ella no me hubiera mentido en primer lugar, entonces yo jamás habría llegado a lastimarla. Incluso llegué a pensar que era a propósito que me sacara de mis casillas para luego ver mi estado de arrepentimiento. Ahí yo ya había justificado mi comportamiento y hasta me había victimizado.

Quizás no hayas llegado a vivir tal extremo de esta emoción destructiva como lo es la ira, o incluso hayas pasado por cosas peores, lo cierto es que, pese a lo mucho que la gente «normal» nos quiera ayudar con sus consejos, con libros, etc., solamente las personas que ha pasado por lo que nosotros, que ha vivido ese mismo infierno, nos puede ayudar a salir de el. Así es como me ayudó Neuróticos Anónimos, pues para comenzar, no me juzgó por lo que llegué a hacer, ni me criticó ni mucho menos me cerró las puertas, sino por el contrario, me extendió una mano de comprensión y me dijo que no estaba sólo, a la par que me dio las herramientas para ir comprendiendo y erradicando esta forma destructiva de ser, un día a la vez.

¿Cómo calificas tu propia ira? ¿Es una emoción que puedes controlar? ¿Te ha puesto en situaciones difíciles con tus compañeros de trabajo, con amigos o con tu familia?

Te leo. No estás sólo.