Hay muy pocas cosas que nos identifican o ayudan como personas neuróticas. No existe un lugar en el mundo para personas tan discapacitadas como un neurótico. Alguna vez escuché que se nos debería de clasificar como personas con capacidades diferentes, como discapacitados, pero eso no va a ser así por el simple hecho de que, a simple vista, somos humanos normales, completos, pensantes, con piernas y brazos, es decir, físicamente no tenemos nada malo, pero eso no quiere decir que no tengamos el alma discapacitada.
Durante años busqué ser como los demás. Me veía como todos, hacía lo que todos hacen: iba a la escuela, tenía familia, jugaba, etc. pero en el fondo de mi nunca me pude sentir igual a los demás.
Han sido muchos años de vivir en esta sensación de vacío, de no pertenecer, de sentirme un extraño en medio de todas las personas que me rodean. Ya no quizás como cuando era niño y pensaba que se habían equivocado al entregarme a mis padres, que yo seguro pertenecía a otra familia, a otra forma de vida, hasta creer que pertenecía a otro mundo, que yo era un extraterrestre dejado en la tierra para no se qué fines, pero miraba el cielo tratando de entender el por qué me sentía tan sólo, tan diferente, tan extraño en este mundo de humanos «normales».
Siempre fui una persona muy afectada por esta enfermedad. Desde que era niño me atormentaba el tener que ir a la escuela, me costaba mucho hacer amigos y, casi nada, hacerme de enemigos. Hacía muchas cosas para caer bien a la gente y casi nunca lograba ese objetivo, terminaba siendo la burla, o haciendo el ridículo en mi afán tan fuerte por congraciarme con los demás, no me podía percatar de que caía en situaciones muchas veces ridículas o denigrantes que, al final, lejos de acercarme a las personas me alejaban de ellas aún más.
Muchas fueron las manifestaciones de lo que hoy reconozco como una enfermedad, la enfermedad de la neurosis, que me atormentaron y me dieron tanto sufrimiento desde que era un niño, pero entonces no tenía la más remota idea de qué era lo que me pasaba, de porqué no veía a los demás sufrir o angustiarse como yo lo hacía, ante la simple idea de tener que entregar una tarea, exponer algo en la escuela, participar en bailables, incluso el mismo hecho de sentarme en casa a hacer tareas era ya un sufrimiento fatal pues no entendía nada, se me nublaba la razón, me daba tanto sueño, me inundaba de sentimientos de odio, desesperación, ansiedad…
Aunado a estas lindas descripciones, tuve muchas más manifestaciones de lo que ahora reconozco como la enfermedad de la neurosis. Sufrí de muchas dependencias, tanto a personas como a sustancias, sufrí e hice sufrir a las personas con mis celos enfermizos. Lastimé a los seres que más decía querer con palabras hirientes y actitudes. En fin, esta enfermedad me ha traído una vida solitaria e infeliz.
Afortunadamente para mi y para quien me rodea, encontré en Neuróticos Anónimos respuestas a muchas interrogantes, y también encontré soluciones. Hallé a personas que se llegaron a sentir como yo y que ahora tenían una vida útil y feliz.
Te invito a que te des la oportunidad de conocer cómo funcionan los grupos de Neuróticos Anónimos. Sólo tú puedes decidir si el programa es una alternativa a tu sufrimiento. Sólo tú.
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