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Procrastinar hasta perder

La procrastinación ha sido parte de mi TODA LA VIDA, lo digo sin temor a equivocarme. Desde levantar mis juguetes, hacer mi tarea, lavar los trastes, tender mi cama, guardar mi ropa y un largo etcétera, mi forma de ir posponiendo las cosas para otro momento se ha agravando con el tiempo.

Dicho de esta forma pareciera que es algo común y sin consecuencias, pero la realidad es muy otra.

El sufrimiento que a mi me ocasiona el procrastinar, no se parece en nada a la simpleza de lo escrito, pues podría aquí escribir cuartillas enteras del sufrimiento ocasionado por mi manera de dejar las cosas para después, y muchas de ellas, la gran mayoría, quedaron inconclusas o sin comenzar.

Yo sabía porqué en la mañana no me quería levantar para ir a la primaria, por ejemplo. Sabía que había engañado a mamá diciéndole que sí había hecho la tarea, pero era mentira. Sabía que tenía que inventarme una excusa con la maestra para evitar ser sancionado, pero eran ya tantas, tan variadas, algunas incluso tan increíbles o tan elaboradas, que ya no se las tragaban. Por algo me gané el mote del «hombre del mañana» porque contra todo pronóstico positivo, juraba y perjuraba que al día siguiente la llevaba, y todas las que ya tenía acumuladas…

No solo era eso. Tenía que recordar cada mentira dicha, tanto en mi casa como en la escuela y darle un seguimiento a todas… Era un verdadero infierno.

Me provocaba taquicardias porque me daba terror ser descubierto en mis mentiras. Me causaba un terrible resentimiento con mis compañeros porque, si bien en alguna ocasión me pasaban la tarea, la mayoría de las veces me bateaban, y con justa razón pienso, pero eso no evitaba que me sintiera enojado, triste, resentido, odiando a media humanidad…. Y yo era un pequeño de 10 años o menos…

Y sí, una vez que pasaba la crisis, que nunca fue tan grave como me la imaginaba (que el sufrimiento sí que lo era, muy real, muy sentido), juraba que ahora si iba a ponerme al día, que ahora sí iba a hacer la tarea, que ya me pondría al día con los apuntes de las clases, que ya no sería tan desordenado con mis útiles. Y lo pensaba en serio, no era broma, pero al llegar a casa, desde posponer quitarme el uniforme -que era el único que tenía y que si no me lo quitaba no lo lavaban- hasta hacer mis tareas, era siempre para «ahorita», «acabo de llegar», «quiero descansar un rato», y las horas pasaban y pasaban y cuando acordaba, ya era tardísimo, el uniforme me lo tenía que llevar mugroso, no me había metido a bañar, no había ido a comprar la lámina para la tarea, no había estudiado, no había hecho nada. Todavía, para justificarme un poco más, me prometía que en la mañana haría la tarea y el resto llegando a la escuela… Obviamente eso no ocurría.

Yo realmente no comprendía mi forma de ser, esa que me causaba tanto sufrimiento. Culpaba a mi madre, por no obligarme a ser responsable, pero lo cierto es que yo la engañaba. Culpaba a la maestra, por dejarme tareas cuando era hora de descansar en casa, ya había ido a la escuela, no??? Culpaba a todos, a mis amigos, a mis hermanas, a todos…

Ese sufrimiento mermaba mucho, desde niño, mi alegría de vivir. Cuál alegría? Por qué yo no podía hacer las cosas como los demás la hacían? Por qué me era tan difícil ser como los demás?…

Al crecer, los problemas no mejoraron, sino por el contrario. Seguí dejando para después responsabilidades mayores que me llevaron a tener serias dificultades en mis trabajos, con mi pareja, incluso con mis amigos, los que me quedaban quiero decir. Ese rasgo de mi personalidad me ha acompañado a lo largo de mi vida y ha sido uno de los principales generadores de sufrimiento en mi vida. Sufrimiento para mi y para la gente a mi alrededor.

Hoy puedo decir que la terapia del grupo me ha ayudado a conocerme un poco, quizás lo suficiente para saber cómo soy y por qué sufro, y en base a ello poder establecer un sistema que me permita, solo por hoy, ir terminando las cosas que comienzo. Quizás lo peor es que olvide todo el sufrimiento que esta forma de ser me ha causado, pero aquí lo puedo recordar y concientizar.

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