Seleccionar página

123abc

Octavo paso de Neuróticos Anónimos.

Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos

Los pasos octavo y noveno tratan de las relaciones personales. Primero, miramos hacia atrás y tratamos de descubrir en que nos hemos equivocado; a continuación hacemos un esfuerzo firme encaminado a reparar los daños que hemos causado, consideramos como establecer la mejor clase posible de relaciones con todos los seres humanos a quienes conozcamos.

Esta es una tarea muy grande. Es una tarea que podemos desempeñar con mayor habilidad cada día, pero que nunca tiene fin. Aprender a vivir con los demás, como quiera que sean, fraternalmente en paz, es una experiencia conmovedora y fascinante. Todo miembro de N.A., ha descubierto que se adelanta poco en el logro de una manera nueva de vivir si no se retrocede y examina cuidadosamente sin hacer una omisión, los daños ocasionados a otras personas. Al hacerse el inventario moral se ha hecho esto hasta cierto grado, pero ahora es el momento de redoblar los esfuerzos para poder darse cuenta de a quienes se ha lastimado y en que forma se ha hecho. El volver a abrir heridas, unas antiguas, unas tal vez ya olvidadas y algunas infectadas y dolorosas, parecerá al principio una cirugía inútil. Pero si se comienza a hacerlo con buena voluntad, enseguida se verá su utilidad al darse cuenta de que el dolor va desapareciendo a medida que los obstáculos van siendo eliminados. Sin embargo estos obstáculos son muy reales. El primero, y uno de los más difíciles, está relacionado con el perdón. En los momentos en que cavilamos sobre alguna relación torcida con otra persona, nuestras emociones se ponen a la defensiva. Para evitar contemplar el daño que esa persona nos ha ocasionado. Esta manera de reaccionar se acentúa naturalmente cuando esa persona efectivamente se ha portado mal con nosotros. Triunfantes, nos asimos a su mal comportamiento, utilizándolo como pretexto perfecto para tratar de justificar o de pasar por alto nuestra conducta.

Aquí mismo necesitamos parar en seco. Resulta un contrasentido que una persona que está llena de defectos censure a los otros. Recordemos que son muchos los atormentados por emociones enfermizas. Más aún generalmente es un hecho que nuestro comportamiento durante las crisis emocionales ha exasperado los defectos de otros. En repetidas ocasiones hemos colmado la paciencia de nuestros mejores amigos y hemos hecho que salga a relucir lo peor que tienen aquellos que no nos tienen en muy buen concepto. En muchos casos tratamos con otros a los que les hemos empeorado sus sufrimientos. Si estamos a punto de pedir perdón para nosotros, ¿por qué no empezamos perdonando a cada uno y a todos los demás?.

Cuando hacemos una relación de aquellas personas a las que les hemos hecho algún daño, la mayoría de nosotros tropieza con otro obstáculo serio. Sentimos una fuerte sacudida al darnos cuenta de que estamos preparándonos a admitir nuestra miserable conducta frente aquellas personas a quienes habíamos herido. Había sido bastante penoso hacer esa admisión ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, pero la perspectiva de entrevistarnos con esas personas y aún la de escribirles nos apabullaba, especialmente cuando recordábamos el mal concepto en que nos tenían. Había también casos de personas a las que habíamos dañado sin que ellas se dieran cuenta afortunadamente. ¿Por qué no olvidar el pasado? ¿Para qué teníamos que ocuparnos de esas gentes? Estas eran algunas de las formas en que el miedo conspiraba con el orgullo para detenernos en nuestro propósito de hacer la relación de todas las personas a quienes habíamos dañado.

Algunos de nosotros tropezamos con un obstáculo muy distinto. Nos aferramos a la pretensión de que no le hacíamos daño a nadie más que a nosotros mismos. Nuestras familias no sufrían porque siempre cubríamos sus gastos. Nuestros socios en los negocios no sufrían porque siempre cumplíamos con nuestras obligaciones. Nuestras reputaciones no habían sufrido menoscabo porque estábamos seguros de que muy pocas personas sabían que éramos neuróticos. Los que estaban enterados nos decían que una crisis emocional de vez en cuando solo era una pequeña falla en un hombre bueno. Por consiguiente ¿qué de malo habíamos hecho? Nada que no pudiera repararse con disculpas sencillas.

Aunque en algunos casos nos es absolutamente imposible hacer reparaciones y en otros la acción debe diferirse, debemos de todas maneras hacer un examen preciso y concreto de nuestro pasado en lo que respecta a la forma en que hemos afectado a otros. En muchos casos encontraremos que aunque el mal causado a otros no ha sido grave, el daño emocional que hemos causado a nosotros mismos sí lo ha sido. Hay conflictos emocionales muy profundos, algunas veces completamente olvidados, que persisten por debajo del nivel de lo consciente, cuando esto sucede, pueden en realidad haber deformado nuestras personalidades en una forma tan violenta, que desde entonces han opacado nuestras verdaderas personalidades y han alterado en el peor sentido nuestras vidas.

Mientras que reparar los daños que les hemos causado a otros es primordial, es igualmente necesario que extraigamos del examen de nuestras relaciones personales toda la información que podamos obtener acerca de nosotros mismos y de nuestras dificultades. Ya que las relaciones irregulares con otros seres humanos han sido casi siempre la causa inmediata de nuestras desdichas, ningún otro campo de acción podría como este, darnos recompensas tan valiosas. Si reflexionamos con serenidad sobre nuestras relaciones personales, nuestro discernimiento será más agudo. Podemos ir más allá de aquello que en nosotros estaba superficialmente mal, para darnos cuenta de nuestras fallas básicas, que algunas veces eran responsables de todas nuestras formas de vida. Ya hemos descubierto que se obtienen resultados muy satisfactorios cuando se hacen las cosas cabalmente.

Tal vez nos preguntemos ¿qué significa “haberle causado daño” a otras personas? ¿Cómo es el “daño” que unos causan a otros? Para definir en una forma práctica la palabra “dañar” podemos decir que es el resultado de instintos que chocan y que causan a alguien perjuicios de orden físico, mental, emocional o espiritual. Si nuestro mal genio es persistente, provocamos la cólera en otros. Si mentimos o engañamos, despojamos a otros no solamente de sus bienes terrenales, sino de su seguridad emocional y de su tranquilidad mental. En realidad los estamos invitando a ser despectivos y vengativos.

Si nuestra conducta sexual es egoísta, podemos provocar celos, desgracias y el deseo de venganza. Esa conducta torpe no es la única causa de los daños que hemos provocado. Examinemos algunos de los menos graves, pero que a veces pueden perjudicar tanto como los otros. Supongamos que en nuestras vidas hogareñas somos mezquinos irresponsables, indiferentes o fríos. Supongamos que somos irritables, criticones, impacientes y malhumorados. Supongamos que colmamos de atenciones a uno de nuestra familia e ignoramos a los demás. ¿Qué pasa cuando intentamos dominar a toda la familia, ya sea con la mano de hierro o tratando de que cada uno de sus actos se apegue minuciosamente a las órdenes que les estamos dando constantemente? ¿Qué pasa cuando exageramos nuestra depresión, creyéndonos muy dignos de compasión y hacemos víctimas de nuestra condición a los demás? Esa serie de daños que les causamos a otras personas, daños que hacen que la vida cotidiana con nosotros los neuróticos, cuando estamos en crisis emocional resulte difícil y a veces insoportable, pueden ser numerosos. Cuando llevamos esas características de nuestra personalidad a la tienda, la oficina y a las reuniones, puede causar tanto daño como el que hemos ocasionado en nuestros hogares.

Después de examinar cuidadosamente todo ese sector de las relaciones humanas y detectar exactamente cuáles características de nuestra personalidad son las que han lastimado o molestado a otros, podemos empezar ahora a buscar en nuestra memoria a las personas que hemos ofendido. No será difícil encontrar entre las personas que están dentro de nosotros, aquellas a las que más daño hemos causado. Entonces, a medida que miramos retrospectivamente los años pasados hasta donde nos alcanza la memoria, podremos hacer una relación larga de personas a las que en mayor o menor grado hemos dañado. Debemos desde luego estudiar y pensar cuidadosamente cada caso. Debemos limitarnos a admitir lo que hemos hecho nosotros, a la vez que perdonamos los daños reales o imaginarios que nos han causado. Debemos evitar llegar a los extremos al juzgarnos a nosotros mismos y al juzgar a los demás. No debemos exagerar nuestros defectos ni los de los demás. Nuestra mente será un punto de vista sereno y objetivo.

Si tenemos vacilaciones nos dará ánimo recordar lo que para nosotros ha significado la experiencia de N.A., en este paso. Es el principio del fin del aislamiento de nuestros semejantes y de Dios.

«Los doce pasos de Neuróticos Anónimos»

Los doce pasos de neuróticos Anónimos
Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Dudas frecuentes

¿Hay límite de edad?

Las salas de reuniones de NA son para personas mayores de edad. Sin embargo, hay grupos que tienen salas para menores, llamadas Neuratín.

¿Tiene algún costo ser miembro?

Ninguno. Toda la terapia en nuestros grupos es totalmente gratuita. Los gastos que se generan son cubiertos por aportaciones voluntarias de sus miembros.

¿Puedo llevar a un familiar que se que está sufriendo?

La asistencia a las reuniones de NA son voluntarias, nadie debería ir obligado o forzado. Nuestra forma de difundir el programa es a traves de la atracción, no de la promoción. 

¿Como puedo saber si soy neurótico?

A través de la asistencia a las juntas. Si tras asistir a las reuniones y conocer el programa usted decide que le podemos ayudar, quizás considere que sus problemas son por la Neurosis.